1970
Einari recibe críticas positivas sobre la Ponsse Dino de la compañía forestal Tehdaspuu y decide fundar una fábrica de máquinas forestales en Vieremä. Sin embargo, para empezar a construir la fábrica, necesita ayuda del municipio de Vieremä.
En abril de 1970, Einari visita a Hannes Hirsimäki, alcalde de Vieremä en aquel entonces, a quien explica que le gustaría fundar una fábrica de máquinas forestales si el municipio construye para él instalaciones para tal fin. Los concejales del ayuntamiento celebran una reunión para votar sobre el asunto. Finalmente, con una mayoría de un solo voto, el ayuntamiento aprueba la propuesta para comenzar a construir las instalaciones que será alquilada al empresario de máquinas Einari Vidgrén. La construcción de las instalaciones se completa a finales de 1970 y Ponsse Plc se constituye ese mismo año.
1971
Antes de fabricar la primera máquina Ponsse en serie, la planta necesita un ingeniero. Einari publica un anuncio en el periódico Helsingin Sanomat para contratar a un encargado de producción para Vieremä.
La candidatura de Jouko Kelppe, un joven ingeniero de Salo, es la que llama más la atención. En febrero de 1971, Jouko y Maritta Kelppe viajan 600 kilómetros hasta Vieremä para una entrevista de trabajo. Tras una breve entrevista, resulta evidente que Jouko será contratado como el primer ingeniero de la historia de Ponsse.
La producción de la primera máquina comienza en la primavera de 1971, pero la compañía no tiene clientes. En ese momento, sin embargo, el contratista de máquinas forestales Eero Vainikainen está en proceso de adquirir una máquina forestal.
La compañía forestal recomienda la adquisición de máquinas Volvo o Valmet, pero el supervisor de área de Iisalmi de Metsäliitto Sauli Piispanen insta a Vainikainen a comprar un forwarder Ponsse fabricado en Vieremä. Vainikainen visita la fábrica, que en aquel momento solo contaba con dos vigas y un motor Valmet colocado sobre el piso. No obstante, Vainikainen queda muy impresionado con la Dino, un prototipo de máquina forestal que se hallaba en el bosque y que Einari y Sauli Piispanen recomiendan encarecidamente. Cierran el trato y la máquina se vende por 120 000 marcos finlandeses.
Se produce la primera máquina en la fábrica de Vieremä. En otoño de 1971 ya estaba lista para el transporte.
A los mandos de la primera Ponsse que salía de la fábrica se encontraba Einari junto con el cliente Eero Vainikainen.
1972
Cada año, Einari organiza encuentros comunes para sus empleados y sus clientes. La asistencia siempre es alta.
La gente disfruta del sauna y disfruta de la natación y de los partidos celebrados junto a la casa de verano a orillas del lago Marttisenjärvi.
Los primeros años solía organizarse una competición de esquí y Ponsse estaba representada por un fuerte equipo de la compañía, a pesar de que muchos de los participantes no estaban en condiciones idóneas para esquiar. El principal objetivo es disfrutar del espíritu común y actividades de ocio.
1974
Ponsse se estrena en los mercados internacionales en 1974. Una enorme tormenta azota Alemania, tumbando árboles por doquier, por lo que se necesitan equipos extranjeros para talar los árboles derribados por los fuertes vientos.
Einari se entera de este suceso y de que dicho trabajo está bien remunerado, de modo que se dirige con Olavi Kauhanen al lugar de la tala para examinarlo.Olavi, los taladores y Ponsse viajan a Alemania. La máquina es transportada en un palé hasta el puerto y en barco hasta Travemünde, pero nadie se acordó de reservar transporte hasta el lugar de la tala en Alemania, situado a más de 70 kilómetros de distancia. Olli y otros contratistas finlandeses junto con sus máquinas esperan en el puerto. Al no encontrar ningún medio de transporte, Olli se monta en su Ponsse y toma la autopista alemana con los demás a la zaga. Se trata de una imagen inusual: las máquinas forestales resoplando a paso lento por el arcén, una de ellas cargando con una un sauna finlandesa en el espacio de carga…
El pasatiempo nacional de los empleados de Ponsse: el juego de cartas Laistokatko.
Este noble juego de cartas conservó durante décadas su papel como entretenimiento habitual para el descanso de la jornada.